domingo, 17 de abril de 2016

Carta de una luchadora

Hoy quiero compartir con vosotros la carta que una de mis mejores amigas, la cual ha tenido la mala suerte de compartir mi batalla contra ana, ha escrito para darle a la enfermedad su adiós definitivo. Carlota y yo nos conocimos en un ingreso hospitalario en el Niño Jesús y, poco a poco, nos volvimos inseparables. Después del ingreso, volvimos a retomar el contacto. Yo tuve una buena temporada y ella estuvo mal, la apoyé al máximo cuando todos se habían ido de su lado. Le mandaba esos mensajes de: "¿Si tu caes, yo caigo, recuerdas?", "Siempre estaré a tu lado" y cosas así que sí, la gente lo dice por decir y luego huye, pero yo sabía lo que decía, yo lo decía de verdad, lo decía por toda esa gente que lo dice sin saber lo que promete y, efectivamente, ahí estuve y ahí estoy. Después, al año o así, yo recaí muy fuerte y ella hizo de flotador salvavidas para mí, recordándome todo el infierno en el que me volvería a meter por culpa de ana. Una vez salí de aquella, ya sí que nuestra amistad superó su prueba de fuego, nos convertimos la una para la otra en esa hermana que siempre quisimos a nuestro lado y, juntas, luchamos contra viento y marea contra el mundo.

Ahora, ella también ha reunido las fuerzas necesarias para contar su historia y yo, orgullosa, la comparto con vosotros. Dice así:

"Querida enemiga, tú que fuiste mi amiga:

Llevo tiempo queriéndote escribir todo lo que " siento" hacia tí y expulsar de mi interior toda la rabia y dolor que me creas y me has creado durante taaanto tiempo.

Nos conocemos hace ya unos cuantos añitos y aún seguimos viéndonos las caras frecuentemente... Me arrebataste una étapa de mi vida que, aunque digan que es la peor de todas, a mi me hubiera gustado vivir. Reír y llorar; discutir por todo; hacer locuras hasta cansarse; conocer gente; tener el famoso " pavo".. Bueno, todas esas cosas típicas de la adolescencia, ya sabes. Pero no.. Tú me propusiste algo mucho "MEJOR". Hospitales, ingresos, miedos constantes, aislamiento, medicacion, enfrentamientos con todos y cada uno de los miembros de mi familia.. Y todo por luchar por un único objetivo: ver cómo los números de una báscula descendían a pasos agigantados. Y aún así, tú seguías empeñada en que viera una imagen distorsionada de mí. Qué tonta.. Y yo te creía.. Pero, eran solo eso, meros espejismos. Podías engañarme a mí, pero no fuiste lo suficientemente lista como para hacerlo con los demás, con los que me querían. De modo que mi cabeza era un constante campo de batalla. Luchando por no dejar que vencieras, luchando por mantenerme en pie, luchando no por mí, sino por ellos. Por los que han estado ahí las 24 horas del día, apoyándome en todo cuanto ellos podían. Pero, por otro lado, luchaba por conseguir ese objetivo que tan a fuego me marcaste, luchando por evitar que me cazasen las miles de mentiras que juntas planeamos, luchando por hacer todo lo posible para no tener que enfretarme a eso que tanto PÁNICO me hiciste coger: la comida. Sí, los escribo bien grande porque eso era lo que sentía, pavor auténtico.. Qué locura.. ¡Tener miedo a lo que te mantiene vivo! Una auténtica autodestrucción. 

Fue tal la debilidad a la que me llevaste, tanto física como emocionalmente, que finalmente, venciste. Ya no era capaz de mantenerme fuerte, de controlar al monstruo en que te convertiste.. Conseguiste lo que tú querías, así que tuvieron ya que intervenir especialistas cuando no podía responder y luchar por mí misma. No contenta con un ingreso, lo haces además reiteradas veces. Cada vez más duro. Le cogiste gustillo al hospital, ¿o qué?

Una vez reuní de nuevo la fortaleza necesaria para volver a la batalla, se reanudó mi guerra interna. Tú y yo. Empecé ganando yo, pero no podía salir eso tan bien, y se comenzó a torcer. Porque no he contado una característica tuya muy importante y es que, cuando todo va bien, aún estando dentro de mi cabeza, consigues camuflarte; pero estás al acecho, en el borde de la línea entre el bien y el mal, y aprovechas cualquier momento de debilidad para, de nuevo, volver a tus andadas, al lado oscuro.. Y eso fue lo que pasó. Muy mala época en mi entorno familiar y también en el colegio con compañeras ( si es que así puede llamarse) que en vez de facilitar las cosas y ayudar, lo único que hiceron fue hundirme en la más profunda miseria. Y eso lo aprovechaste para volver a estar metida de lleno en mi cabeza, para devolverme de nuevo la amargura y tristeza que conlleva esta enfermedad.. 

De nuevo, el hospital se convirtió en mi segunda casa y comenzó otra vez la pesadilla. A medida que iba pasando el tiempo, mis ganas de tirar la toalla iban en aumento y pocas fuerzas quedaban ya dentro de mí. Cada vez te ibas haciendo más y más grande a expensas de hacerme a mí muy pequeña. Y a raíz de todo esto, me sumiste en una profunda depresión. Ya no quedaba nada de la Carlota de antes. Te la habías llevado entera..

Pasaron los años, y poco a poco fui ganándote, aunque no sin dejarme la piel en ello. 

Nunca conseguí despedirme de ti Ana, siempre nos hemos estado viendo las caras; pero al menos he podido mantenerte callada un largo tiempo. Ahora has vuelto, o por lo menos, lo estás intentando.. Pero, ¿sabes? Esta vez no lo vas a conseguir. Tengo más bien pocos apoyos, pero suficientes para no dejarte ganar de nuevo. Me has robado muchísimo tiempo y mucha felicidad, pero ahora no te vas a salir con la tuya.

Quiero acabar esta carta, con algo que para mí ha sido (y está siendo)fundamental en mi proceso de recuperación: los que prometieron estar ahí y lo han cumplido a rajatabla ( también a los que os habéis ido, porque lo único que hacíais era estorbar). 

Gracias a todos los que me apoyasteis y me prestasteis vuestras fuerzas cuando las mías de habían agotado. Gracias por hacer que tirar la toalla no fuera una opción. Gracias por creer en mí. Gracias por tener más paciencia que un Santo. Con esto, hago mención especial a Ana, a Álvaro y a Fabi, mis ángeles de la guarda."

jueves, 7 de abril de 2016

¡Hola de nuevo!

Lo primero, quiero pedir perdón por estar tan desaparecida pero es que este cuatrimestre está siendo un tanto durillo con mil cosas que hacer y no saco tiempo para nada.

Lo segundo, he estado un tiempo pensando en lo difícil que me resulta inspirarme para escribir el blog. Quiero decir, tengo tanto que contar sobre ana y, sin embargo, tengo miedo a contarlo. La razón es que este blog es para ayudar a vencer a ana (anorexia) y en él, a través de la experiencia trato de concienciar de lo grave que es y de los caminos por los que te lleva, en cambio, precisamente porque he sufrido esta enfermedad, sé que habrá gente muy enferma que lea este blog y en vez de servirle para curarse, coja lo que yo hacía mal para seguir enferma. Es complicado, no sé si me explico bien, pero aquellos que hayáis pasado por esto sabéis lo que quiero decir. A propósito de todo esto, mi objetivo es escribir un libro en forma de autobiografía novelada en la que incorpore mis diarios y experiencias, lo que también me resulta un impedimento para escribir posts, pues tampoco quiero revelar el contenido del mismo.

En enero, cambié de teléfono móvil y, por alguna razón que desconozco, ya no me saltan los avisos de nuevos comentarios en el blog. Es por esto que pido perdón a todas esas personas que me han escrito y he tardado semana en responderlas. Leyendo algunos de vuestros comentarios me he animado a volver a escribir para todos vosotros.

Quiero citar a una seguidora del blog que me ha escrito lo siguiente: "y aunque sepa que es muy infantil me hace sentir como celosa, no sé exactamente cómo explicarlo. Y eso es aún más raro porque todo el mundo dice que soy súper madura, que la enfermedad me ha hecho súper mayor y súper responsable...y me siento como una mierda por ello". Para aclararos el tema, a la única  persona con la que podía ser ella misma, su refugio, ahora tiene que "compartirla" con una compañera del colegio. La gente le ha dicho que es egoísta por no querer hacerlo. ¿Qué pensáis vosotros? Yo creo tener la respuesta. Estoy segura que esta chica, efectivamente, es "súper madura, que la enfermedad le ha hecho súper mayor y súper responsable" porque si algo te llevas de todo este sufrimiento es una gran fuerza interior y una lección de vida. Lo que pasa es que eso no quita que se tenga un ansia de cariño enorme. Si la anorexia es odiarse a uno mismo, tu subconsciente trata de que los demás cubran no solo el cariño que ellos te puede dar, sino también el que tú no te das a ti mismo. Y claro que es compatible este ansia de cariño con ser maduro, mayor y responsable. ¿O es que los mayores no necesitan amor tanto como los niños? ¿Y la gente que tiene una enfermedad? ¡Más todavía! Y claro que es normal que si alguien "te quita" a esa persona que te hace sentir bien sientas ciertos celos. A mí me ha pasado varias veces y no me avergüenzo de ello para nada, ni pienso que por ello sea infantil o inmadura. Recuerdo, por ejemplo, que cuando tenía 15 años una niña faltó a clase por una operación no grave y la tutora nos propuso poner dinero para hacerle un regalo a su vuelta. Todos pusimos dinero, nos cayese como nos cayese. El caso es, que aunque obviamente supiese que yo no era una chica nada popular, después de faltar a clase dos meses por estar hospitalizada, que no me hiciesen lo mismo que le hicimos a mi compañera me puso triste.

Aun con todo esto que he dicho, sigo convencida de que lo más importante es quererse a uno mismo porque nadie te va a querer exactamente como tú deseas, eso es algo que solo conoces tú, por lo que solo está a tu alcance. Los demás pronto se cansaran de que te trates tan mal a ti mismo y que bases en ellos tu autoestima. Cuesta mucho. Tampoco creo que habiendo pasado por esto se consiga desarrollar una súper autoestima, pero si la suficiente para espachurrar al bicho bajo tus pies para siempre.

Este post iba principalmente dedicado a una de mis seguidoras por sus preguntas, pero prometo pronto escribir cosas nuevas. Muy pronto.

¡GRACIAS A TODOS POR VUESTROS ÁNIMOS!