miércoles, 19 de agosto de 2015

CAMBIAR DE VIDA

Ayer me paraba a pensar, quizás por octogésima vez en estos últimos seis años, cómo sería la recuperación si pudiese cambiar radicalmente mi vida. Es decir, si pudiese irme a vivir a otro país, donde nadie me conociese y donde yo no conociese nada ni a nadie, a empezar de cero.

Sinceramente, sé que esto es algo común a todas las chicas que han pasado por un proceso como el mío. En concreto, sé de una compañera, cuyo nombre claro está no diré aquí, que lo hizo. Se mudaron de casa a un barrio lejano, se cambió de instituto, rompió toda relación con sus amigas de hasta aquel momento y hasta dejó a su novio. 

En parte envidio a mi compañera. Siempre he pensado que el proceso de curación sería mucho más rápido si dejase todo lo que me retiene atrás. Quiero decir esos lugares en los que me vine abajo, esos baños en los que hice tonterías, esa gente que aún a día de hoy si me ve solo puede pensar en aquella Ana frágil y enferma… ¡Hasta mi propia casa! Lo difícil sería dejar a mis amigas, a esas que han estado ahí de manera incondicional y han sido claves en mi recuperación. No, definitivamente no podría dejarlas. Pero, vamos a soñar por un momento. ¿Os imagináis? Llegar nueva  a una ciudad donde nadie te conoce y donde nadie tiene por qué conocer tu pasado. Creo que la curación sería casi instantánea. ¿Por qué? Porque claramente me moriría de ganas por ser una nueva chica, esa que intento ser ahora, una chica que quizás se proyectaba en mi futuro cuando era una preadolescente pero que quedó truncada por la anorexia. Una chica abierta, sin complejos, con una buena autoestima, que pise fuerte… En definitiva, todo aquello que he podido darme cuenta en estos años que es necesario para no caer enferma. Y no os equivoquéis que aquí nadie habla de hipocresía, que lo importante ya sé que es quererse a uno mismo como es, pero un poco de vida no le viene mal a nadie. Que me quiero tal y como soy, pero que he de reconocer que peco de “tristona, quejona y apagadilla” en algunas ocasiones. Y que cuando uno actúa “como si” (como si tuviese una autoestima por las nubes, como si fuese muy sociable, etc, etc), acaba por integrar esas conductas en su forma de ser. 

En conclusión, es más fácil empezar de cero que cambiar esa imagen de “niña protegida” que la gente tiene de ti. Que aunque no tengas anorexia, todos tenemos una imagen que, por alguna mala jugada que nos ha hecho la vida, la gente de tu alrededor tiene acerca de tu persona, y cambiarla es muy difícil. Eso hace que a veces se te apaguen las fuerzas y desesperes de intentar demostrar al mundo la persona que eres en la actualidad. Porque al fin y al cabo, ¿qué más da lo que piensen los demás? Por supuesto que nos importa, pero lo principal es lo que tú pienses sobre ti misma.

Si bien es verdad que en nuestra sociedad es muy fácil tener una imagen preconcebida de las personas, dejando poco margen a que luego esas personas te sorprendan y cambien tus prejuicios. Es por ello que os animo después de leer mi post a que tengáis la mente más abierta, que muchas veces lo que pensamos no coincide con la realidad y podemos estar haciendo daño a otras personas, haciéndoles incluso llegar a pensar algo que en realidad no son.
Bueno, ya sé que esta no es mi mejor entrada del blog, pero me apetecía compartir mis pensamientos de estos días con vosotros. En vacaciones me encuentro en uno de esos ambientes en los que la gente tiene una imagen prefijada en sus mentes de veranos anteriores y eso sí que cuesta cambiarlo. Más que nada porque solo te ven un mes al año y, en once meses, anda que no cambia uno y anda que no le suceden cosas… Pero, como siempre: ¡¡¡A POR TODAAAAAAS!!!!

2 comentarios:

  1. A por todas Ana!!! Te sigo leyendo y me sigue gustando.

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  2. Qué pena no saber quién eres!!! Muchas gracias!!!!! Un beso

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